Dentro de la mayoría de programas de intervención social, relacionados con lo educativo y aplicados en cualquiera de los ámbitos tan variados donde se contempla la intervención socioeducativa, se recogen actividades y objetivos relacionados con las habilidades sociales. La asertividad y la empatía son las que más se vienen trabajando en educación social
Son habilidades que no se enseñan en las aulas, y que también suelen escasear en el contexto familiar. En educación formal, ésta va más encaminada a la trasmisión de conocimiento, y queda muy poco espacio para el desarrollo de habilidades para la vida, donde queda ubicada la educación emocional. Es por ello que los educadores y educadoras sociales tenemos que implementar en el contexto escolar, mediante las intervenciones preventivas que realizamos en los centros educativos, programas de este tipo. Es también en otros contextos, como son los centros de menores, de inserción sociolaboral y todos aquellos en los que tenemos cabida desde la intervención socioeducativa este tipo de programas de educación emocional.
Este tipo de programas se vienen desarrollando a través de talleres, actividades, con el objetivo de dar a conocer todo el conjunto de emociones y alfabetizar emocionalmente, para después poder reconocerlas en uno mismo y en los demás. Trabajando la capacidad de saber ponerse en el lugar del otro, la empatía, y por supuesto trabajando la autoestima. Sin autoestima es complicado ponerse en el lugar del otro, sin tirarnos piedras a nuestro propio tejado.
La educación emocional pretende dar un paso más hacia la integración y adaptación de las personas en la sociedad donde viven y se desarrollan, para la obtención de relaciones sanas, con uno mismo y con los demás. Por lo tanto, la educación emocional es una pieza angular en la educación social, que ha de estar presente en todos los proyectos socioeducativos.
Desde la experiencia se ha venido demostrando que los programas de habilidades para la vida son un motor decisivo en el cambio de conductas para la integración. El ambiente que rodea al sujeto objeto de intervención social, es un condicionante importante en la educación emocional y en la asimilación de las habilidades sociales. Aprendemos lo que vemos, y por lo tanto nosotros, los educadores y educadoras tenemos la responsabilidad de ser modelos de referencia en estos aspectos, como también en otros incluidos en nuestro código deontológico, intentando ser voz, pero también ejemplo. A su vez también hemos de ser capaces de hacer ver la importancia de desarrollar ciertas competencias socioemocionales, que nos hacen más libres y más humanos.
África MartínezEducadora Social
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