Avui cedim aquest espai a Oscar Martínez Rivera, col·legiat del CEESC número 10095, per participar al Carnaval de Blogs del Dia de l’Educació Social.
L’Oscar és educador social i psicopedagog, professor de la Facultat d’Educació Social i Treball Social Pere Tarrés de la Universitat Ramon Llull. Us deixem amb la seva entrada:
El sistema siempre juega de farol generando la idea de que nada se puede cambiar y que la resignación es la mejor opción para ahorrar tiempo y energía. Hasta que alguien se ve con la fuerza necesaria para provocar que se enseñen las cartas con las que hay posibilidad de juego. Pero sobre todo hasta que, por fin, alguien se da cuenta de que hay mucha gente en la misma situación y que colectivizar la lucha multiplica los resultados de ésta.
Pero hasta tener pistas sobre la posibilidad de que no estás sola también requiere de un esfuerzo previo personal que no es menor. Empoderar a las personas para que defiendan y ejerzan sus derechos en un contexto donde estos se vulneran habitualmente no es tarea fácil. Es más que comprensible que llegues a dejar de defenderlos cuando se te niegan constantemente. Es un aprendizaje humanamente básico.
Es por eso que ya no hablamos únicamente de empoderar para defender derechos. Hace falta situar la cuestión en reaprender a vivir en un contexto donde solamente se te reconoce como el vulnerable. Pero pasar a ser ciudadano es una tarea de mucho esfuerzo cuando el sistema te aprieta por todos lados para acabar generándote una identidad del todo equivocada y, por supuesto, de segunda o tercera categoría. La crueldad del contexto tiene esa dimensión.
Es mucho más cómodo tener personas bajo esa identidad que no tenerlas descubriendo que, en realidad, son ciudadanos. No es tan fácil de superar como para redescubrirse con un discurso técnico sobre resiliencia. Pero no descubriremos ahora que la Educación Social no es una profesión fácil. Quizás a nivel individual pasa como con las grandes revueltas, que hace falta que tengan una chispa que, provocada o no, se transforme en la energía necesaria para levantarse con la actitud suficiente como para romper esas barreras impuestas.
Desgraciadamente hay muchos elefantes encadenados (en referencia al cuento de Bucay) a los que advertir que la estaca es mucho más pequeña de lo que nos han hecho creer. Pero también es cierto, no seremos ingenuos, que la permanencia en el tiempo de una identidad equivocada es una losa nada fácil de levantar. Pero hay quien rompe las cadenas y las estacas generando auténticas historias por las que merece la pena seguir estando ahí, al lado.
Oscar Martínez Rivera
L’Oscar és educador social i psicopedagog, professor de la Facultat d’Educació Social i Treball Social Pere Tarrés de la Universitat Ramon Llull. Us deixem amb la seva entrada:
El sistema siempre juega de farol
El sistema siempre juega de farol generando la idea de que nada se puede cambiar y que la resignación es la mejor opción para ahorrar tiempo y energía. Hasta que alguien se ve con la fuerza necesaria para provocar que se enseñen las cartas con las que hay posibilidad de juego. Pero sobre todo hasta que, por fin, alguien se da cuenta de que hay mucha gente en la misma situación y que colectivizar la lucha multiplica los resultados de ésta.
Pero hasta tener pistas sobre la posibilidad de que no estás sola también requiere de un esfuerzo previo personal que no es menor. Empoderar a las personas para que defiendan y ejerzan sus derechos en un contexto donde estos se vulneran habitualmente no es tarea fácil. Es más que comprensible que llegues a dejar de defenderlos cuando se te niegan constantemente. Es un aprendizaje humanamente básico.
Es por eso que ya no hablamos únicamente de empoderar para defender derechos. Hace falta situar la cuestión en reaprender a vivir en un contexto donde solamente se te reconoce como el vulnerable. Pero pasar a ser ciudadano es una tarea de mucho esfuerzo cuando el sistema te aprieta por todos lados para acabar generándote una identidad del todo equivocada y, por supuesto, de segunda o tercera categoría. La crueldad del contexto tiene esa dimensión.
Es mucho más cómodo tener personas bajo esa identidad que no tenerlas descubriendo que, en realidad, son ciudadanos. No es tan fácil de superar como para redescubrirse con un discurso técnico sobre resiliencia. Pero no descubriremos ahora que la Educación Social no es una profesión fácil. Quizás a nivel individual pasa como con las grandes revueltas, que hace falta que tengan una chispa que, provocada o no, se transforme en la energía necesaria para levantarse con la actitud suficiente como para romper esas barreras impuestas.
Desgraciadamente hay muchos elefantes encadenados (en referencia al cuento de Bucay) a los que advertir que la estaca es mucho más pequeña de lo que nos han hecho creer. Pero también es cierto, no seremos ingenuos, que la permanencia en el tiempo de una identidad equivocada es una losa nada fácil de levantar. Pero hay quien rompe las cadenas y las estacas generando auténticas historias por las que merece la pena seguir estando ahí, al lado.
Oscar Martínez Rivera